Superar una decepción puede ser un proceso desafiante, pero es crucial para nuestro bienestar emocional y mental tener valentía y querer hacerlo.
Las decepciones son una parte inevitable de la vida, ya que todos experimentamos momentos en los que las expectativas no se cumplen. Bien sea con una pareja, amigo/a, familiar, etc.
En ese momento parece que el mundo se derrumba porque aquello en lo que creíamos, o aquello que esperábamos… al final, no es así.
Sentimos tristeza y nuestra mente empieza a verse desbordada con pensamientos como “¿Por qué hace esto? ¿Tanto le cuesta demostrarme amor? ¿Por qué me tiene que hablar así? Entre otros muchos ejemplos… (Cada uno/a sabe de lo que hablo.)
Sin duda alguna, toda decepción surge por una creencia que nosotros mismos/as hemos formado previamente sobre alguien que luego, por una razón y otra, no cumple nuestras expectativas.
La consecuencia de una decepción es que nos cerramos, ya que quedamos heridos/as y tristes, con los efectos negativos que esto provoca en nuestra salud mental, emocional y física.
¿Cómo salgo fortalecido/a de una decepción?
Lleva la atención a tus emociones:
Reprimir puede ser lo fácil. Pero ¿de verdad te compensa? La tristeza, la ira, la angustia, el miedo… De repente ¡PUM! Te encuentras con un mix de emociones que te hacen estallar. Es importante parar y reflexionar sobre nuestras emociones. Verlas, sentirlas y comprenderlas nos permitirá saber cómo liberarlas para que no se enquisten y se vuelvan en nuestra contra.
Decepción como fuente de aprendizaje:
Ver la decepción como una oportunidad de aprender. Lo sé, es todo un reto, y parece muy fácil cuando lo decimos. Pero si lo haces bien, dejas esas expectativas a un lado y empiezas a ver las cosas tal y como son, sin idealizar y sin suponer. Es difícil que esto pase de un día para otro. Todo aprendizaje requiere de tiempo y progreso. Pero no olvides que lo que ahora mismo te está haciendo infeliz, una vez superado, te originará bienestar. Y cuanto más practiques, más fácil te será no crearte dolor a ti mismo/a.
Confía:
Tras una decepción empiezas a desconfiar de todos/as y de todo. Sin embargo, es crucial no generalizar. El hecho de que una persona te haya decepcionado no implica que todas las personas lo hagan, y eso es algo que hay que tener muy en cuenta.
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